
Photo by <a href="https://unsplash.com/@charlesdeluvio" rel="nofollow">charlesdeluvio</a> on <a href="https://unsplash.com/?utm_source=hostinger&utm_medium=referral" rel="nofollow">Unsplash</a>
Hubo un tiempo en que la masturbación era vista como un pecado atroz y una forma de autocontaminación. Durante los siglos XVIII y XIX, médicos y científicos creían que este acto conducía a una variedad de enfermedades graves, locura y muerte prematura. Estas creencias eran ampliamente difundidas y aceptadas, y se publicaron numerosos textos médicos que advertían sobre los peligros de la masturbación.
En 1716, el doctor Balthazar Bekker publicó un panfleto titulado Onania, en el que advertía a los lectores que la masturbación causaba una lista extensa de trastornos. Según Bekker, estos incluían trastornos del estómago y la digestión, pérdida de apetito o hambre voraz, vómitos, náuseas, debilitamiento de los órganos respiratorios, tos, ronquera, parálisis, impotencia, falta de libido, dolor de espalda, trastornos de los ojos y oídos, palidez, delgadez, granos en la cara, decadencia de las facultades intelectuales, pérdida de memoria, locura, epilepsia, fiebre y hasta suicidio.
Las Afirmaciones de Robert James
En 1745, el doctor Robert James, un médico destacado y respetado, afirmó en su diccionario medicinal que el onanismo era responsable de “los trastornos más deplorables y generalmente incurables”. Estas afirmaciones fortalecieron la creencia de que la masturbación tenía consecuencias devastadoras para la salud física y mental.
La Perspectiva de Samuel-Auguste Tissot
El médico Samuel-Auguste Tissot, durante su estancia en Francia, creía que el semen era un aceite corporal esencial. En su libro L’Onanisme, Tissot escribió que la masturbación causaba una disminución significativa de las fuerzas, la memoria y la razón; visión borrosa, trastornos nerviosos, gota, reumatismo, debilitamiento de los órganos reproductivos, sangre en la orina, alteración del apetito y dolores de cabeza.
El Libro Sin Título de 1830
En 1830, otro libro médico titulado Le Livre Sans Titre (El Libro Sin Título o El Libro Sin Nombre) detallaba con sangrientas ilustraciones los horrores que aguardaban a quienes se autocontaminaban. El libro narraba la historia de un niño que cayó en la trampa de la masturbación y murió de manera horrible a la edad de diecisiete años.
Las creencias médicas del siglo XIX sobre la masturbación reflejan una época en la que la falta de conocimiento científico llevó a la propagación de mitos y temores infundados. Aunque hoy en día estas afirmaciones han sido desmentidas, es importante entender cómo las percepciones culturales y científicas evolucionan con el tiempo.